Los Cadaveres en el Ropero

***Efrain  Huerta

Por Estrella de la Rosa.

Gran poeta, nacido en mero Silao Guanajuato, en 1914. Es una lástima que este gran hombre no sea muy conocido ya por las generaciones relativamente jóvenes.

Por lo que, ya entrada en el tema de la poesía, siempre he dicho que es la cereza en el pastel de la cultura, la última Coca de nuestra civilización, dediqué esta columna a mi gran amigo y padrino, que nunca conocí, de esas gentes con las que debí haber platicado y echar desmadre, echarnos unos tragos y platicar de todo.

Lo conocí, hace relativamente pocos años, con un librito que llegó de nosédónde que se llama “Poemas prohibidos y de amor”, exquisito, que ya hasta le rompí la pasta de tanto disfrutarlo y ahí les va un fragmento del primero: “Tus ojos” “…De lo incierto, aseguran, viene el verso. / De un cielo azul de duda, el desconsuelo. / La angustia, de callar lo que se siente. / Pero tus ojos nacen del heroico/ morir viviendo en ruinas del amor”. 

Poema del que no tuve otra que caer rendida ante la tangible evidencia de la hermosa escritura de Efraín, seguramente, compartirán conmigo y del que les invito a conocer con tan sólo poner su nombre en el cel y disfrutar ampliamente de este poeta y si son irredentos enamorados, le puedan mandar unos versos de impecable factura a la amada o redomada tóxica para que los amen o por lo menos se den cuenta de lo que se pierden. 

Pero, si de verdad les late, del mismo libro un fragmento de “Esa sonrisa”:  …” Si la sonrisa es nido, el beso es sueño/ de virginal angustia y melodía. / Sin un día tus pies besé, desesperado, / fue tan sólo por darme la delicia/ de alzar los ojos y mirar al cielo”. 

Si ya esto no les hace latir su infiel corazoncito, nada les moverá hacerlo, ni con la mejor compañía en Bacalar. 

Luego, Efraín vivió mucho tiempo en la Ciudad de México, donde estudió leyes y se dedicó al periodismo, pero como buen poeta era ojo alegre, por lo que, se casó un par de veces. Fue gran amigo de Octavio Paz, gran escritor premio Nóbel. 

Huerta tampoco se supo sustraer de cuestiones políticas, visitó varias veces la URSS, Checoslovaquia, Hungría y Cuba, vetado en USA, de muerte si entraba a Brasil y lo mantuvieron controlado durante el movimiento estudiantil de 1968. 

Sin embargo, el prosiguió su búsqueda literaria y halló poemas cortos japoneses de gran belleza y simpleza que se denominan Haikú, ahí les va un ejemplo: “Al Fuji subes/ despacio/ -pero subes, / caracolito. “, si lo analizan su simplicidad es aterradora para escribir y no se diga su expresiva belleza, ahí les va el otro: “Mañana de otoño. /Me miro en el espejo/ y veo a mi padre”. 

En lo personal, he intentado escribirlos con nulos resultados, pero Efraín no sólo lo intentó, sino que impuso un estilo muy mexicano, combinado con su propia concepción del antipoema, escribió lo siguiente de su libro “Poemínimos”: “Nadie sabe para quién se casa”, aparece esta espeluznante simpleza y verdad, aunque dudo de su belleza, no sé si por la idea o crudeza; “Odio/ el olor de los marines/ Que bombardean/ Y se van/ Un bombardeo/ en cada puerto/ Los bombarderos/ bombardean/ Y se van”. En el que combina toda una serie de percepciones políticas y aptitudes literarias junto a lo que Neruda originalmente escribió: “Amo el amor de los marineros/ que besan y se van, / dejan una promesa, / no vuelven nunca más”, ¡ah qué tipo me ha resultado mi querido Efraín!, que cada que lo leo y releo le encuentro inacabable, pero otro último para que le echen ganas y lo busquen en la red: “Saliendo del metro,/ todo es Cuautitlán”, pues hay qué pensarle con este último, otra neta de la que no podemos sustraernos. 

Hace unos días hallé en una venta de libros usados, acá en La Federal, una brevísima antología “Permiso para el amor” editado en 2014 por el centenario de su nacimiento y donde volví hallar “Órdenes de amor”, esta es la Orden 2 y nada más chequen la profunda belleza de estas palabras que sólo él pudo escribir: “Amor mío, ampárame. / Una piedad sin sombra/ de piedad es la vida. Sombra/ de mi deseo, rosa de fuego. / Voy a tu lado, amor, / como un desconocido. / Y tú me das la dicha/ y tú me das el pan, / la claridad del alba/ y el frutal alimento, dulce amor”. 

Espero que este pequeño homenaje a Efraín Huerta los motive a que lo lean, a disfrutar de lo más selecto de nuestra poesía. 

Por cierto, Efraín no ha muerto, vivirá por siempre. Les vaya otro abrazo semanal, sigan siendo felices a pesar de todos. Y ya sabes toma agua!