La Quimera / Los Reyes Magos y la economía de la CDMX

 Política Electoral

Alfonso Alejandro Sánchez

A pesar de las respuestas que se puedan encontrar en la Biblia, el origen de los Reyes Magos, tal como los conocemos en la actualidad, tiene su origen en una larga tradición medieval que los bautizó con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar.

En España, y gracias a los testimonios escritos y artísticos que se guardan en la Biblioteca Nacional de España, somos testigos del nacimiento de esta leyenda a lo largo de los siglos, en concreto en una de las piezas más excepcionales de la literatura española del siglo XII, el llamado Auto de los Reyes Magos, una obra fundamental en la historia de la literatura española por ser el texto teatral más antiguo que se conserva en lengua castellana. 

En dicha obra aparecen Melchor, Gaspar y Baltasar, pero no son definidos como “reyes”, sino como steleros, es decir, astrólogos.

En la actualidad, según un artículo de National Geographic, la festividad de los Reyes Magos viene cargada de tradiciones como la Cabalgata del día 5 de enero, en la que, como antesala de lo que ocurrirá durante la noche, los tres Reyes Magos desfilan en maravillosas carrozas acompañados de sus séquitos. Los Magos reparten caramelos y los pajes de cada rey recogen las cartas de los niños más rezagados.

Otra costumbre de la noche de Reyes es dejar los zapatos de cada miembro de la familia en el balcón, para que Sus Majestades depositen dulces en su interior. 

Esto tiene su origen en una curiosa leyenda: dos amigos del niño Jesús, apenados de verle siempre descalzo debido a la pobreza de su familia, quisieron darle sus propios zapatos.

Pero como eran usados, en un intento de que parecieran nuevos, y para que tuvieran mejor aspecto, los generosos niños se esforzaron en limpiarlos al máximo, así que los lavaron y los dejaron por la noche en el balcón para que se secaran. 

Al día siguiente, milagrosamente los zapatos aparecieron llenos de regalos y dulces como premio a su buen corazón. Los Reyes Magos habían pasado aquella noche por allí y habían recompensado la bondad de los dos niños.

Ah, tampoco se debe olvidar, amigo lector, dejar agua y pan para los camellos, y una copita de licor o un vaso de leche y turrones para que los cansados Reyes recuperen fuerzas. 

Pero no todos los niños recibirán un regalo por su buen comportamiento; está establecido que los Reyes dejarán un trozo de carbón a todos los niños que se hayan portado mal durante el año (en la actualidad se deja al niño travieso un trozo de azúcar que imita al carbón).

Tras este maravilloso relato de tradición histórica, se dice que la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Desarrollo Económico, se extendió una invitación a los Reyes Magos para que compren los regalos de las y los niños en negocios establecidos al interior de las diferentes alcaldías de esta complicada metrópoli, dizque para impulsar la economía de los barrios y los mercados locales.

Aunque sin caballo, elefante y camello, según el gobierno capitalino, los Reyes Magos dejarán una derrama económica de 4 mil 988 millones de pesos en la capital mexicana, por la compra de juguetes, artículos electrónicos, dulces, ropa, así como la tradicional rosca de reyes, entre otros artículos.

El gobierno de  Claudia Sheinbaum avizora que se verán beneficiadas 15 mil 14 unidades económicas de la ciudad, las cuales se reparten en 14 mil 148 micro, 352 pequeñas, 222 medianas y 292 consideradas grandes empresas, en las que laboran 139 mil personas, lo que significa un importante beneficio para las y los capitalinos. La mejor opinión, es la de usted, amigo lector.