La misma galería de santos laicos


Octavio Campos Ortiz

Dicen que no son iguales, pero actúan como lo marca su ADN; los de la 4T son priistas de sepa. En el discurso de cierre de precampaña de la corcholata mayor, Claudia -quien dice que no es una calca de su tlatoani y que no repite la desgastada, pero efectiva, narrativa de Palacio Nacional-, demostró que, a pesar de su pasado izquierdoso, es digna heredera del nacionalismo revolucionario de los nietos de Plutarco Elías Calles.

Por momentos hizo recordar las encendidas intervenciones del último secretario de Gobernación de seis años, Manuel Bartlett, quien también defendía al Movimiento Social de 1910, a diferencia de Carlos Salinas de Gortari, quien mandó al ostracismo a la Revolución Mexicana.

La ex jefa de Gobierno se envolvió en el lábaro patrio para remarcar que también ella era heredera de Hidalgo, Morelos, Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Benito Juárez, Madero, Villa, Zapata, Carrillo Puerto, Lázaro Cárdenas, Mújica. Para no desentonar con la corriente ideológica de la 4T, agregó a Felipe Ángeles y los Flores Magón, amén de las adelitas -debió evocar también a los juanitos-. Como cereza del pastel y con el nieto del general Marcelino García Barragán -a quien se le atribuye la autoría de la matanza del 2 de octubre-, siendo parte del back, Omar García Harfuch, se dijo heredera también de los estudiantes de 1968. ¿Pues no que no eran iguales?

En su arrebato patriotero tildó de ¡neoliberales! a Iturbide, Santa Anna, Maximiliano y Porfirio Díaz. Personajes del siglo XIX que, según la exalcaldesa en Tlalpan, ya encarnaban la mal llamada política económica del siglo XX. Todos los conservadores tienen algo de rescatable e incluso en algunos casos fueron más patriotas que muchas liberales veletas. ¿Qué hubiera sido de Juárez sin la espada de Díaz? Nadie ha rendido más tributo al Benemérito que el héroe de la batalla del 2 de abril. Lo perdió su ambición de poder, misma megalomanía que padecen hoy los políticos de la 4T. A diferencia del oriundo de la ciudad de Oaxaca, al de Guelatao y a los morenistas los pierde el poder por el poder mismo.

Dicen que no son iguales, pero resaltan a los idénticos santos laicos que utilizaron los priistas para legitimar el nacionalismo revolucionario que proclaman los tricolores desde, al menos, Miguel Alemán hasta el odiado Salinas de Gortari. No son iguales, son peores, ya que los herederos del general Calles no se abrogaron la autoría de haber acabado con la guerra en Vietnam ni elevaron, como la perredista Patricia Ruiz Anchondo, a John Lennon al pedestal de héroe nacional.

La intervención de la corcholata mayor solo demuestra que Morena no ha aportado nada a la historia de este país y que para justificar un falso populismo, recurren a la misma galería de santos laicos que los corruptos priistas. ¿qué habrá pensado Omar García, quien segundos antes había aplaudido la arenga de su jefa y protectora, cuando Claudia hizo suyo el reclamo por la represión gubernamental de que fueron objeto los estudiantes en Tlatelolco, del bazucazo a la puerta de la Prepa 1 y la marcha del silencio que encabezó el entonces rector Javier Barro Sierra, momentos históricos de una sociedad que exigía más democracia y que fue reprimida por los militares al mando del abuelo del exsecretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX?

Esas contradicciones son las que pierden a los cuatroteros, quien todavía lloran la no ratificación de su fiscal carnal. Hablan de la supuesta corrupción de los panistas en Benito Juárez, pero esconden el uso faccioso de la justicia que caracterizó a Ernestina Godoy para perseguir a los opositores y encubrir a los aliados de su gobierno. ¿No es también corrupción el ejercer un cargo sin reunir los requisitos que marca la ley?

Así que no hubo nada nuevo en la intervención patriotera de Claudia; fallaron sus escribanos que solo pudieron fusilarse los mismos discursos de Manuel Bartlett, Miguel de la Madrid o Carlos Salinas de Gortari.