La democracia en riesgo

Octavio Campos Ortiz

Los mexicanos tendremos un gran reto este 2024, la administración de la 4T pone en grave riesgo nuestro sistema democrático. Al más puro estilo de las dictaduras, de los regímenes totalitarios, en sintonía con los principios del Foro de Sao Paulo -corriente aparentemente de izquierda que sigue muchas estrategias propias de la socialdemocracia nazi y del estalinismo-, con gran dosis de propaganda goebbeliana pretende imponer un gobierno aparentemente de izquierda. Se trata de emitir un mensaje populista para desacreditar a las derechas y a los liberales al amparo de la supuesta protección de los pobres, pero en realidad se busca dividir a la sociedad para alentar el resentimiento social, acabar con los contrapesos constitucionales, perseguir a la prensa crítica, acabar con la oposición e imponer el liderazgo mesiánico de un solo hombre, y acostumbrar a la gente a ser un ente receptor de dádivas y ver en el gobierno a un tutor proveedor y dispensador de favores.

Para lograr eso, se necesita imponer un proyecto político que convierta al Estado en una instancia suprema, casi metafísica que vea  a la sociedad como menor de edad a la que hay que proveer de todo lo que necesita para sobrevivir; ese mecanismo perverso hace al ciudadano un ser dependiente que se acostumbra a exigir bienes y productos de papá gobierno, porque se considera merecedor de recibir, sin esfuerzo, todo lo que le permita satisfacer sus requerimientos mínimos, a cambio de mantener -con su voto-, a una camarilla política que le acerca lo indispensable. Se acostumbran a vivir en rebaño sin cuestionar nada, pierden la capacidad de discernimiento y entran en un estado permanente de obnubilación colectiva.

Cada día nos alejamos más de la democracia para convertirnos en una autocracia, donde un solo hombre asume el poder omnímodo, omnipotente y omnipresente, dispensador de favores y tlatoani que decide sobre el destino de millones de seres humanos como emperador romano sobre los gladiadores.

Por eso es importante la jornada cívica del próximo 2 de junio, porque los ciudadanos tendrán en su boleta electoral la decisión de mantener un esquema populista setentero con tintes totalitarios parecidos al fascismo nazi o a la dictadura estalinista o darse la oportunidad de recobrar el camino a la libertad y a la vida en democracia, y no porque la candidata de la oposición sea la mejor alternativa como presidente, sino porque un triunfo aliancista le cierra el paso al continuismo, al Maximato, al retroceso como país, se cancela un proyecto que solo busca que un megalómano se perpetúe en el poder por el poder mismo. Una victoria opositora posibilita las posibilidades de contar con un programa de gobierno ciudadanizado que realmente resuelva los grandes problemas nacionales, reunifique al país, destierre el encono y el odio entre mexicanos, así como garantizar la certeza jurídica y la seguridad pública. Urge regresar al verdadero Estado de Derecho y retomar el espíritu republicano al que obliga la Constitución. De ese tamaño es la responsabilidad que tendrán los sufragantes en los próximos comicios. Lo primero es vencer al abstencionismo, salir a votar y acabar con el mito urbano de “para qué voy a votar si ya sabemos quién va a ganar”, no dejemos que el fraude o las elecciones de Estado sean nuestro destino manifiesto. ¡La democracia va!

P.D.: El gobierno de la 4T tiene tantas similitudes con los regímenes de la Alemania nazi y de la revolución bolchevique, así como de la dictadura estalinista que vale la pena leer dos estupendos libros. El primero es “Últimos días en Berlín”, de la española Paloma Sánchez-Garnica y La Corte del Zar Rojo, del historiador británico Simon Sebag Montefiore. El ascenso del nazismo y el triunfo de la revolución soviética bien pueden anunciar el preludio de la tragedia mexicana.