La 4T saluda con sombrero ajeno

Octavio Campos Ortiz

Los gobiernos siempre han lucrado con el dolor de la gente, sobre todo de los más necesitados, y esta administración no es la excepción. Lo hicieron como partido, disfrazado de movimiento, con los damnificados de los sismos de 2017; abrieron una cuenta bancaria para concentrar un fondo de reconstrucción de viviendas. Nadie vio cristalizada la aplicación de esos recursos.

Ya como gobierno y urgidos de cumplir con las promesas de campaña, buscaron dinero de todas partes para satisfacer los montos de las pensiones a viejitos, las “becas” a los “ninis” y los subsidios a las madres solteras. Comenzaron con la cacería de deudores fiscales, el recorte a universidades y organismos autónomos, la supresión de prestaciones a la burocracia, el despido de servidores públicos por desaparición de estructuras de gobierno y la reasignación de fondos y fideicomisos, como el FONDEN, porque según la 4T, eran guardaditos que se robaban los corruptos neoliberales o conservadores. Pero se necesita mucho dinero para mantener el proyecto político del presidente y el uso electorero de los programas asistencialistas.

Sin embargo, no contaban con los caprichos de la naturaleza, la cual demostró -además de la insignificancia del ser humano y la ineficacia de las autoridades para gobernar y proteger a la población-, que los caprichos del inquilino de Palacio Nacional solo buscan continuar en el poder y realizar obras faraónicas sin beneficiar a la población, incluso provocar daño a la gente más necesitada. Tal fue el caso de los efectos de un ciclón en Tabasco cuando se construía la refinería de Dos Bocas, la cual no ha producido un litro de gasolina; la aviesa instrucción presidencial fue categórica: abran las compuertas de la prensa, aunque se inunde Villahermosa, hay que salvar la instalación petrolera en detrimento de muertos y desamparados. Sabemos el final, miles de damnificados, sus paisanos, sin apoyos del extinto FONDEN, que perdieron todo su patrimonio y solo recibieron unos pesos para limpiar el lodo que acabó con sus muebles. El mandatario no se presentó a encabezar los esfuerzos de reconstrucción, dijo que eso era solo para los que quieren tomarse la foto. No se ensució los zapatos.

Otra catástrofe que evidenció la impericia gubernamental fue la pandemia. Por soberbia e ignorancia supina, el gobierno -sin estrategia sanitaria-, se negó a atender a la población y prohibió la venta del antígeno que salvó a millones de seres humanos en el mundo. Por analfabetismo funcional, se llegó a creer en los fetiches para frenar el contagio, con la estampita del “detente”; mientras tanto morían ochocientos mil mexicanos. EL “doctor muerte” tiene la pueril actitud de servir de comparsa como precandidato a la Jefatura de Gobierno, busca impunidad.

Siempre le ha fallado el timing a la 4T, y Acapulco no es la excepción. La falta de una verdadera cultura de protección civil, la soberbia gubernamental, la necesidad de contar con verdaderos especialistas en las dependencias meteorológicas -los que había fueron despedidos y suplidos por ignorantes con 90 por ciento de lealtad-, impidieron prevenir oportunamente y luego apoyar a millones de guerrerenses.

Con qué descaro se justifica la ineficacia con solo decir “yo mandé un tuit en la noche”, para encubrir a una inútil gobernadora, a una ignorante y cínica presidenta municipal que ve en saqueos y pillajes una forma de cohesión social, a inoperantes militares, marinos y policías que solo fueron mudos testigos de la rapiña. Nueva faceta de un Estado fallido. Con calzador, el inquilino de Palacio Nacional quiere ver en esta tragedia nacional un evento que le cae como anillo al dedo y para garantizar la farsa impide la solidaridad social. Como siempre sucede en estos casos, se ha desbordado la ciudadanía en tender la mano fraterna a los mexicanos en desgracia, pero rápidamente giró órdenes para que solo el Ejército y los “servidores de la nación” -burocracia con propósitos electoreros-, quienes distribuyan la ayuda; quieren saludar con sombrero ajeno y dejar en el anonimato el esfuerzo de muchos compatriotas que desinteresadamente quisieron auxiliar.

Doy un mal consejo, hasta que no se conozca la situación real de Guerrero, se sepan las necesidades de los damnificados y haya más canales de distribución, absténganse de brindar auxilio.