En seguridad ya estamos mejor, el discurso oficial

Por Fernando Facta

De acuerdo con las cifras más recientes en materia de seguridad que presentó la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, que abarcan del 9 al 19 de febrero de este año, sabemos que México marcha más que mejor en esa materia en esta administración.

En comparación con las cifras del 2018, la incidencia de delitos en materia federal este año registra 33.6 por ciento menos que aquel año, de acuerdo con el cierre de enero de 2024.

Ya sea en contrabando de personas, delincuencia organizada, delitos financieros, los relacionados con armas de fuego y explosivos, los cometidos por servidores públicos, los números no mienten y este año van a la baja.

Y en la comparativa de homicidios dolosos que se cometen en todo el país, desde la administración de Carlos Salinas de Gortari hasta la de López Obrador, la variación registra -20 por ciento menos asesinatos este sexenio.

El informe de seguridad conjunto que presentan los titulares de la Guardia Nacional, Defensa Nacional y Seguridad Ciudadana detecta que las entidades con más homicidios de este tipo son Guanajuato, Estado de México, Baja California, Chihuahua, Michoacán y Jalisco. Curiosamente los números no alcanzaron para incluir a Nuevo León, Zacatecas, Veracruz y Chiapas, donde notoriamente los asesinatos se van convirtiendo en parte de la dieta diaria de los habitantes de esos estados.

El robo en general, reza ese informe, está en -24.9 por ciento que al arranque de la administración de López Obrador; el robo de automotores, -45.5 por ciento; los feminicidios, -42.6 y el secuestro, -78.3 por ciento.

Sin embargo, como ocurre con la economía que nos da tranquilidad cuando la autoridad dice que los ingresos de los mexicanos están mejor que antes, o que en materia de salud podemos estar relajados porque ya todos los mexicanos tenemos ese servicio, así como todo tipo de medicinas y cualquier tipo de tratamientos médicos, ¡hasta cirugías!, todo absolutamente gratis, la pregunta inevitable es por qué nos sentimos tan amenazados cuando salimos a la calle.

Dirán misa, pero a estas alturas en que el fin de la administración sexenal está en la recta final, la percepción de seguridad no es nada halagüeña, no ofrece cosas mejores, ni siquiera mínimamente.

Y menos cuando la reciente pretendida reforma presidencial en materia de seguridad se centra en pasar la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, como si de facto ese movimiento operativo fuera una solución mágica contra la delincuencia.

¿Pero al ser un fenómeno inherente al ser humano, realmente es posible terminar con la delincuencia? Quizá no, quizá habrá quien crea que era mejor mantenerla controlada por las entidades de seguridad del país, como dicen que ocurría antes, o quizá sí, pero a costos más altos, vamos, sin abrazos y con balazos, con mano dura.

En este momento de la historia nacional queda claro que la solución contra la delincuencia, como lo prometieron al comienzo de esta administración, no está frente a nosotros, ni siquiera en un sexenio más.

Vaya, tampoco la participación del clero ni la ayuda divina son garantía para restablecer un poco de la paz que se nos fue.