El México que no despega


Por Octavio Campos Ortiz

A pesar de la narrativa oficial que augura un mejor 2022, la terca realidad indica otra cosa. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) informó que en agosto se encareció la canasta básica y se incrementó la línea de pobreza, México descendió en el ranking mundial de competitividad a la posición 55 de 64 economías analizadas y difícilmente recuperará, a corto plazo, la certificación internacional en áreas estratégicas como la energética o aérea.

El CONEVAL dio a conocer que el cambio porcentual anual de la línea de pobreza por ingresos fue de 6.1 por ciento, superior a la inflación de agosto que se situó en 5.6 por ciento. En las zonas rurales lo que más impactó es el incremento en alimentos y bebidas consumidas fuera de casa, las tortillas de maíz y el pollo entero, mientas que, en poblaciones urbanas, además del encarecimiento en alimentos y tortillas, se resintió en el precio de la costilla y la chuleta. Además, se fueron al alza el gas L.P. y la gasolina, a pesar del discurso gubernamental de que no hay gasolinazos y de la implementación de la empresa estatal de distribución del combustible, con la que no hubo un ahorro sustancial y ya presenta problemas laborales.

En las áreas rurales el precio de la canasta básica se elevó a los mil trescientos noventa y nueve pesos, mientras que en las urbanas llegó a los mil ochocientos veintiocho pesos.

Además, por segundo año consecutivo México cayó en el ranking de competitividad al pasar al lugar 55 de las 64 economías analizadas. El país debe mejorar en el entorno empresarial, tener menos incertidumbre y mejorar el marco de justicia, seguridad democracia, además de impulsar rápidas políticas económicas, sociales y de salud por la pandemia. Nuestra nación estuvo mal evaluada en desempeño económico, sobre todo en comercio internacional, eficiencia gubernamental e infraestructura para la educación. Lejano se ve el 2013, cuando ocupamos el sitio 32, nuestra mejor posición.

Por otra parte, las calificadoras internacionales han quitado el grado de inversión de México en áreas estratégicas como las energéticas y disminuido el rango de seguridad en la industria aérea. Nadie da un peso por PEMEX, pero el gobierno le inyecta dinero bueno al malo y se niega a permitir la inversión privada en las energías limpias; mientras tanto, Estados Unidos redujo el nivel de seguridad en los aeropuertos nacionales, por lo que se ve muy difícil que a corto plazo, esas instalaciones sean de clase mundial.

Sin embargo, las autoridades hacendarias confían en que para el año entrante se recupere la economía a los niveles anteriores a la pandemia, pero se les olvida que hace dos años el crecimiento fue de 0 y en 2020 tuvimos un decrecimiento de casi nueve por ciento, crisis no vista desde 1932, cuando la Gran Depresión nos alcanzó.
El gobierno no debiera hacer cuentas alegres, ser más cauto o conservador en sus pronósticos porque, aunque el enorme esfuerzo empresarial ha permitido la recuperación del empleo, recordemos que se perdieron más de un millón de plazas el año pasado.

Más que por buenas políticas públicas en materia financiera, la recuperación de la economía se ha dado por la tenacidad de los patrones nacionales y la inversión extranjera directa, a pesar de la fuga de capitales. Ahora el gobierno, que anunció más dinero para sus programas asistenciales, deberá instrumentar proyectos productivos que incentiven la inversión local y foránea en áreas como la energía eólica y en otros rubros a que nos obliga el T-MEC, dejar de subsidiar a PEMEX y evitar las prácticas del Estado empresarial, no ha sido buen patrón el gobierno y no puede insistir en incrementar el sector paraestatal.

Difícil se ve el 2022 si se mantiene un presupuesto eminentemente clientelar y no se libera la inversión productiva, en estos momentos el mejor aliado es el emprendedor.