El clarividente de Palacio Nacional

Octavio Campos Ortiz

Así como “vaticinó” la nominación de Xóchitl Gálvez como candidata opositora, el inquilino de Palacio Nacional vuelve a atinar el resultado de la “encuesta” de la 4T y coincidió, qué curioso, el clamor popular con el deseo presidencial; en permanente sintonía, el pueblo bueno y sabio votó por la exjefa de gobierno, la corcholata prefería del tabasqueño. No es que el mandatario tenga dones adivinatorios o virtudes premonitorias; no, simplemente en el caso de la aspirante frentista, él -por un garrafal error de estrategia política-, impulsó a una entusiasta precandidata a regente de la CDMX a las grandes ligas, gracias a su soberbia y al comportamiento violatorio de toda ley que contravenga su narrativa o atente contra su proyecto político. Su gesto misógino y su animadversión a las disposiciones que vengan del Poder Judicial convirtió a la empresaria hidalguense -surgida de la cultura del esfuerzo-, en una candidata natural con simpatía entre clasemedieros y muchos pobres -nicho de mercado de la 4T-. Así que no fue un acto de clarividencia el suponer que Xóchitl sería la opción aliancista; lo que no calculó fue el efecto que tendría el fenómeno de comunicación en que se convirtió y que sería una verdadera contrincante por vencer, capaz de arrebatarle el manejo de la agenda nacional.

El Walter Mercado del sureste tampoco necesitó consultar los astros, las cartas o una bola de cristal para saber que la exjefa de gobierno, hecha a imagen y semejanza del tlatoani -hasta imita el sonsonete tabasqueño-, sería aclamada por las masas para protagonizar el continuismo de un proyecto populista.  Bien lo dijo el derrotado excanciller, en Morena están peor que el PRI de ayer. Al más puro estilo del partido de Estado hicieron una farsa para darle una barnizada democratizadora a una encuesta cochupera, como en los viejos tiempos del priato, con todo y caída del sistema. Marcelo Ebrard enumeró las irregularidades que hubo, se retiró de la contienda sin reconocer su derrota y exigió un nuevo ejercicio demoscópico. La verdad es que todos los actores de la farsa conocían el desenlace de la tragicomedia. Pero llama la atención la poca calidad moral de los bufones, quienes se prestaron a la ridícula simulación, sabedores de que no tenían ninguna posibilidad, pero en espera de la recompensa prometida: un hueso en la próxima administración. Aunque el inquilino de Palacio Nacional dijo, sin convicción, que no habría rupturas ni conflictos al interior de su movimiento porque las corcholatas perdedoras no eran “ambiciosos vulgares” (sic), es obvio que las inconformidades de Marcelo anuncian su inducida salida y claro que son vulgares ambiciosos, porque se prestaron a una mascarada a cambio de dinero o un cargo. 

Mención especial merece el excanciller, quien aparentemente es el único que se la creyó y acarició la posibilidad de ser el ungido, su equipo evidenció el fraude en la “encuesta”, se retiró del show y anunció para el próximo lunes la decisión que tomará. Mal se vería si después del “pancho” que armó, reconoce el triunfo de la designada por el dedazo divino y se queda en Morena a recibir migajas para el sexenio entrante y esperar una nueva oportunidad en el 2030, tal vez convencido de que más vale seis años seguros, de lo que sea, que seis quien sabe.

Pero en un escenario más perverso está la salida simulada de la 4T y ser abanderado de MC, con la finalidad de dividir el voto opositor y así garantizar el triunfo de su acérrima rival. Eso, a cambio de negociar posiciones para su gente y algún lugar en el Congreso, además de una generosa remuneración.

Sea el desenlace que se avecine, la 4T evidenció un cochinero que lo retrata de cuerpo entero, su génesis está en lo más retorcido del PRI.