El Ágora / Las mujeres definirán las elecciones

Octavio Campos Ortiz

Las mujeres representan no solo más del 50 por ciento de la población en México, sino también en el padrón electoral, serán ellas las que definan el rumbo de nuestra democracia. Son las mujeres quienes deberán poner el ejemplo en la jornada cívica del próximo 2 de junio. Las manifestaciones del pasado 8 de marzo pueden darnos una idea de la conciencia social femenina, la cual despreciaron y desdeñaron no solo el presidente sino todos los de la 4T. Ese resentimiento puede costarles caro en las urnas a los partidarios del populismo machista y patriarcal impuesto por el inquilino de Palacio Nacional, quien no quiere oír a las mujeres y a las que les arrebató -tras un palacio amurallado-, el derecho a ver ondear su bandera.

La participación feminista debe vencer primero al abstencionismo y la apatía de muchas de las mujeres que ven con recelo el proceso electoral mismo. Históricamente, los gobiernos en México son legitimados con menos de la tercera parte de los votantes: la mitad de los ciudadanos, hombres y mujeres, no acuden a las urnas y el candidato ganador solo tiene la mayor parte de los sufragios, pero sumada la oposición, también resulta perdedor. Es decir, los últimos mandatarios solo son aprobados por el 20 o 25 por ciento del padrón electoral, incluido el actual mandatario. Por eso es fundamental la participación femenina, no es cualquier cosa el que sean mayoría en las listas nominales del INE, pero antes de defender su voto, tienen que ejercer ese derecho.

Menospreciadas por el gobierno y por muchos de los representantes populares que dicen defender causas feministas, las mexicanas que se manifestaron en las calles desde hace cuatro años pueden hacer que se escuche su voz y acabar con el patriarcado que las somete. Deben ganar espacios no solo en la política sino en la vida diaria, en las estructuras sociales y mover a sus pares a participar en la construcción de la democracia. Cierto, en las calles se expresó mayoritariamente la clase media, la mujer más preparada académicamente y muy pocas representantes de las clases populares, las cuales están obnubiladas por las dádivas del gobierno y el uso electorero de los programas sociales, mediante los cuales las han adoctrinado y convencido de que la pobreza es su destino manifiesto, el cual les permite sobrevivir en felicidad, cualquiera que sea la definición que tengan los de la 4T de esta. Pero no se puede ser feliz sin acceso a la educación de calidad, a los servicios de salud dignos y con abasto de medicamentos, a una verdadera alimentación sana y balanceada y no solo el acceso a las despensas para ganar votos; no se puede ser feliz sin empleo formal  bien remunerado y sin tener ingresos para comprar la canasta básica, sin apoyo de guarderías para las madres trabajadoras. Ese es el reto no han podido cumplir las del movimiento 8M. Hacer que esas mujeres marginadas, las que viven en la pobreza o en la miseria, acudan a votar -no coartadas por sus opresores-, para cambiar su destino y dejar de pensar que la fatalidad es un destino irreductible.

La gran misión que tienen las aguerridas mujeres es convencer a sus pares, a sus iguales de género, de la función trascendental que tienen y la corresponsabilidad que hay para definir el rumbo de la democracia. La felicidad no está en los espejismos del populismo, la felicidad está en la democracia como forma diaria de vida. Que vivan las mujeres participativas, pero no solo un día, sino todo el año.